Pebeteros

   Los pebeteros con forma de cabeza femenina plasman cultos y rituales ancestrales conmemorados a diosas vinculadas a la Madre Tierra, como Deméter a quien se la veneraba con  procesiones sagradas donde las jóvenes portaban cráteras repletas de perfumes e inciensos, o kalathos con frutas y flores. 



       A partir del 396 aC, una vez instaurado el culto a Deméter en Cártago, los pebeteros terminan extendiéndose por áreas de influencia cartaginesa, alcanzando la mayor producción en la segunda mitad del siglo III aC y comienzos del siglo II aC.

     Las piezas halladas en la península pueden distribuirse en tres subgéneros.
 
  Piezas de influencia griega.
  Piezas de elaboración local.
  Piezas de influencia púnica.
 
  

    Su empleo se extiende coincidiendo con la presencia de los Barcida en España a partir del 238 aC.     

        En algunas zonas son utilizadas  como tributo a Tanit. El busto presenta peinado simétrico hacia las sienes, adornado por tocados de elementos naturales como hojas, flores o espigas. Sobre la frente dos aves sobrevuelan ante tres frutos esféricos. Las orejas presentan arracadas de racimos minúsculos. Sobre el cráneo un kálathos que puede estar perforado, donde está la base o quemador. Los párpados delimitando los ojos con finos rebordes. En la parte inferior, bajo el cuello, la pieza es rematada por pliegues paralelos, simulando el reborde del vestido, donde destaca un gran broche central con forma circular.     


       En algunas piezas la simbología de las aves y frutos son suplidas por un disco creciente o espigas. Algunas representaciones presentan tanto esquematismo que cuesta identificar los motivos.

     Las piezas huecas, son elaboradas mediante moldes de dos piezas, presentando en la parte posterior un orificio de ventilación, que en las piezas más antiguas empleadas como pebetero serviría para introducir en su interior el incienso.







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