Los
pebeteros con forma de cabeza femenina plasman
cultos y rituales ancestrales conmemorados a diosas vinculadas a la Madre
Tierra, como Deméter a quien se la veneraba con procesiones sagradas donde las jóvenes
portaban cráteras repletas de perfumes e inciensos, o kalathos con frutas y
flores.
A partir del
396
aC , una vez
instaurado el culto a Deméter en Cártago, los pebeteros terminan
extendiéndose por áreas de influencia cartaginesa, alcanzando la mayor
producción en la segunda mitad del siglo III aC y comienzos del siglo II aC.
Las piezas halladas en la península pueden distribuirse
en tres subgéneros.
Piezas de influencia griega.
Piezas de elaboración local.
Piezas de influencia púnica.
En algunas zonas son utilizadas como tributo a Tanit. El busto presenta peinado
simétrico hacia las sienes, adornado por tocados de elementos naturales como
hojas, flores o espigas. Sobre la frente dos aves sobrevuelan ante tres frutos
esféricos. Las orejas presentan arracadas de racimos minúsculos. Sobre el
cráneo un kálathos que puede estar perforado, donde está la base o quemador. Los párpados delimitando
los ojos con finos rebordes. En la parte inferior, bajo el cuello, la pieza es
rematada por pliegues paralelos, simulando el reborde del vestido, donde
destaca un gran broche central con forma circular.
En
algunas piezas la simbología de las aves y frutos son suplidas por un disco
creciente o espigas. Algunas representaciones presentan tanto esquematismo que cuesta identificar los motivos.
Las piezas huecas,
son elaboradas mediante moldes de dos piezas, presentando en la parte posterior
un orificio de ventilación, que en las piezas más antiguas empleadas como
pebetero serviría para introducir en su interior el incienso.
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