martes, 13 de agosto de 2013

Artemisa; una extraña en el olimpo

ARTEMISA. Una extraña en el Olimpo



   “La multiplicidad de senos invoca el carácter benefactor de la divinidad, en pos de las cosechas y la fecundidad”.     Roscher

Artemisa nació, según narra la leyenda, en el monte Cintio,  al amparo de una palmera. Nada mas venir al mundo ayudó al parto de su hermano gemelo, Apolo. Algunas leyendas emplazan el alumbramiento a la isla de Rinia, morada de encintas y fallecidos.

 Vestía falda corta, tocado puntiagudo y vara de mando. Representada por serpientes, ánades, peces, ciervos o leones... Su imagen encarna a una joven cazadora, de carácter arisco y montaraz, asociada a la luna, adorada en espacios montañosos y agrestes.
  
 Las esculturas más antiguas de la diosa están talladas en madera, y mineral de origen meteórico; enfatizando su carácter astral. Dos de las esculturas están en el museo de Estambul, procedentes de Efeso. Es representada con el pecho y cintura cubiertos por pedúnculos globulares, considerados dátiles, senos o testículos de animales, simbolismos de la fertilidad.

     Esta imagen primitiva difiere de los cánones del arte griego. Entre una iconografía de formas idealizadas, la simbólica representación de sus atributos no tiene parangón. “La de los muchos pechos”. Su representación, simbología y culto son pervivencias de la edad de piedra.

      Fue honrada con cultos vinculados a la fertilidad y la naturaleza, evocando a la primavera, la estación fue proclamada como el mes de artemissión. Colmado con celebraciones y fiestas desenfrenadas…
    Porta un collar con los signos del zodiaco. El carnero y el toro tallados sobre su torso representan la fertilidad y la fecundidad, la abeja es un símbolo nutricio.

    En Efeso estaba el templo de Artemisa. Un poderoso centro económico que prestaba ayuda a todo imperio pretencioso del control comercial del Mediterráneo.

     En Caria (Turquía) era diosa principal. En su santuario se celebraban misterios y juegos. Sacrificaban perros en su honor, y poseía el poder de convertirse en perro. Señora de los caminos al atardecer, conducía al peregrino a su perdición por senderos cruzados del Destino, y del mundo de los Muerte.

   Dama de la naturaleza salvaje y libre, protectora de los débiles, confería principios opuestos como virginidad y maternidad fue venerada en Grecia, Lidia, Creta e Italia. Presente en todos los rincones de la naturaleza; colinas, bosques, prados y valles fértiles, tomaba con frecuencia forma animal.

  Presidía los alumbramientos. Conocida como "la que abre el útero".





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